La principal fo rma de aumentar los bienes y servicios disponibles por persona en un país es el incremento de la productividad del trabajo (el producto por persona ocupada). Lo ideal es que la economía opere con pleno empleo y que crezca a su tasa natural de crecimiento: la suma del crecimiento de su población más la tasa de incremento de la productividad del trabajo. Esta última tasa deberá ser positiva y elevada. En la práctica, las economías del mundo no operan con pleno empleo y, particularmente en las últimas décadas, el crecimiento de la productividad del trabajo ha sido muy bajo, cercano a cero y a veces negativo.

En México, datos del INEGI, la evolución de la productividad del trabajo ha sido decepcionante. Entre el primer trimestre de 2006 y el segundo trimestre de 2023, con un crecimiento del producto interno bruto (PIB) de 1.7% promedio anual, el incremento del personal ocupado total de 2.0% generó una reducción promedio anual de la productividad del trabajo de -0.3% (1.7-2.0). En el segundo trimestre de 2023, mientras el PIB y el empleo eran 4% y 10% mayores que su nivel promedio de 2018, la productividad del trabajo era un 6% menor. En el periodo 2006.1-2023.2 la productividad del trabajo mejoró en las actividades primarias, pero decreció en las actividades secundarias y terciarias (-0.8% y -0.2%, respectivamente). A fines de junio de 2023, la productividad del trabajo de estas últimas dos actividades estaba 3% y 10% por debajo de su nivel de 2018.

La mejora de la productividad del trabajo en la economía mexicana es una tarea urgente, aunque de largo plazo. A 40 años del inicio del neoliberalismo y de su fracaso en términos de crecimiento, de aumento de la productividad y de nula mejora de los niveles de bienestar, es necesario cambiar la estrategia. En los años 1950-1970, Nicholas Kaldor estudió la problemática de la productividad del trabajo y encontró dos mecanismos que la afectan positivamente: el crecimiento del PIB, especialmente el de la industria manufacturera, y el aumento de la relación del capital por trabajador (ver “Kaldor 3.0: An Empirical Investigation of the Verdoorn augmented Technical Progress Function”, Fabrizio Antenucci, et. al. Review of Political Economy, 2020, Vol. 32, Núm. 1).

El gobierno mexicano debe generar una demanda agregada potente centrada en la inversión en capital fijo, que multiplique el PIB y que promueva el incremento de la productividad del trabajo vía el mayor crecimiento económico de sectores como las manufacturas y la inversión en nuevos equipos productivos, que reemplacen a los agotados y obsoletos y que conlleven una mayor relación capital-trabajo. Evidentemente, se deberán estudiar con detalle los sectores que hay que apoyar y sobre todo seguir subsanando los problemas de desigualdad en la distribución del ingreso y de la riqueza, ahora en el contexto del cuidado del medio ambiente. Aunque todavía con la impronta de la pandemia de Covid-19 y una alta volatilidad, es alentador observar que, al segundo trimestre de 2023, mientras la productividad del trabajo de las manufacturas está 4% arriba del nivel promedio de 2018, la inversión fija bruta lo está en un 12%.

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